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26 septiembre 2005

Ojos...(Al ángel que los recuperó)


Tenía unos ojos blancos como la espuma que sale de mi boca, esos ojos que recuerdan a la nieve cayendo sobre la cabeza gacha de un desposeído...Yo, alguna vez, los tuve; recuerdo la inocencia que recorría mis venas en esos días, la sangre limpia y caliente que me abrazaba con la fuerza de un gigante; yo alguna vez los tuve, claros como el agua del mar más límpido, del mar más virgen, viendo al mundo mientras sonreía, pasaba mis tardes, solo o acompañado, nada importaba cuando los ojos eran claros, porque todo se veía distinto, no existía el miedo, ni el rencor, ni el absurdo, ni la muerte, ni la conciencia estaba sucia, ni asomaba lágrima alguna...
Con los años, con los golpes y las heridas, los ojos se fueron volviendo cada vez menos claros, cada vez más oscuros, incapaces de volver a la pulcritud, estaban sucios, hartos de imágenes, de rasgaduras; la sangre se tornó fría y casi no corre, a duras penas se abre paso a través de un cuerpo que ya no quiere cumplir con su tarea de mantenerse en pie, lo tomaron por sorpresa la rabia y el temor, y se arrepiente de los pasos dados, y se muere con cada latido de ese corazón diletante, y los ojos ya parecen de petróleo...
...Pero a todo mal, le corresponde un remedio, y allí entra en el juego el ángel que descubrió que los ojos pueden siempre arrepentirse, y aún a pesar de mis negativas, resuelto a cumplir su deseo de rescatarme, incapaz de abandonarme, haciendo que a mis ojos vuelva, al menos cuando está a mi lado, esa magia que sólo tienen los ojos cuando son claros, limpios, raros, únicos...

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15 septiembre 2005

Eternity

Existe el vicio irreparable (en nuestras almas) de repartir excusas y responsabilidades del curso de una vida entre factores externos, tales como las divinidades de turno, la suerte o la incidencia del resto. Sólo nos servimos de nuestro protagonismo en ocasiones contadas, cuando necesitamos que el orgullo acuda a rescatarnos de las garras de la soporífera admisión de no estar viviendo, de no sentirnos más que partículas de polvo, disipadas en el Cosmos.
Ahora bien, la claridad del espíritu sólo llega si evadimos toda posibilidad de dejar nuestra existencia en manos de un destino que no es tal, sino el producto de nuestra parálisis. No es el caso, tampoco, el asumir responsabilidades protagónicas en vidas ajenas a la nuestra, lo que nos llevaría a ser una especie de dictadores de la razón, de los sentidos. La personalidad debe ser una, sin restricción de sensación individual alguna, sin comparaciones y sólo guiada por ideales y corazonadas propias, que son el lago por el que hemos de navegar día a día.
Así pues, el rol principal en nuestra vida, no es algo que se nos da al ver la luz, sino una construcción de nuestro ser a lo largo de un período de formación aún más importante que la embriónica.
Y dedicarnos al cultivo de esa facultad, es exactamente la única manera de no ser intrascendentes, sino, al contrario, ganar la verdadera eternidad.

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13 septiembre 2005

Nuevamente, a mi maestra

A riesgo de que se confundan mis palabras, debo decir que el verdadero sentido de lo que digo es que también sufro tu pena, y a un nivel más alto del que sufro por la mía; pero eso no debe hacer que pierda la objetividad, es parte de mi lealtad a vos...

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10 septiembre 2005

Hades...


Fueron tiempos de otra luz, virgen, originaria, cayendo en uniformidad sobre los seres que la agotaban, rumiando su esencia para ganar el propio brillo. Prescripción, prohibitiva prescripción, que amenazaba con el costo de esa vida prestada eternamente...Y fue así como, a fuerza de la oscuridad que sólo gana aquel que ya no soporta deslumbrar, llegó el pecado, rabioso y fatal, tentando a todo movimiento, gastando cada fruto y haciéndolo adictivo.
¿Cómo habríamos de no caer? ¿Cómo evitar la tentación? Los ojos, de repente, se abrieron, y con la sed de éstos cesó la complacencia, amaneció el descontento y se extinguió el poder milenario. Unos viven de ilusiones, nosotros de la emoción; unos viven del amor, nosotros de la pasión.
No somos bestias (no es, nunca, uno tan sano), ni estamos enfermos, ni condenados...Sólo buscamos nuestro destino, el ideal, a pesar de la ceguera inicial, y nos llegó éste real paraíso, la gran tierra prometida...Increíblemente fértil, luz opaca pero abrasadora, lujo eterno del encanto, lucidez, sabiduría...Hades, tierra de vientos y fantasmas

(Con perdón por haberlo cargado minutos después de terminado el día, Feliz cumpleaños gran maestra...Brindo por tu compañia en la eternidad y por el inevitable Kéntema)

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08 septiembre 2005

Fantasmas

Si, otra vez, aparecieron, y no de muy buen humor; encarnados en la noche misma, metiéndose en mis pulmones y allanando todo oxígeno a su paso...No pedí demasiado, sólo la paz, o que fuera rápido, y me ví pasar una vez más, como las anteriores, por mis ojos, como un títere, como algo pasado y sin demasiado sentido...Me torturaron, con el odio que sólo se le tiene a lo inservible, con el amor que sólo se le tiene a un igual, y luego desvanecieron por unos segundos toda visión, toda intensidad...Fueron segundos de incertidumbre (no existió ese túnel, ni el punto iluminado), como si la tormenta juntara fuerzas, abandoné toda resistencia (la sentí inútil) y entregué mi ser al desconcierto...Sólo una vez más, sólo una, atacaron a toda vela, abordaron definitivamente...Y rompí una estructura, sentí ser incorpóreo, y luego, sin más, abandonaron el intento...Hay noches en que no sé si tengo sentido, o si lo tuve alguna vez...

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07 septiembre 2005


No existe mejor vicio que el de sumergirse en la duda; cuando uno cuestiona incluso su propia existencia, su propio rol en esta sopa de materia, es cuando está más cerca de la verdad absoluta...no de aquella referida a un ser o seres superiores, sino de la particular, la que interesa y nos compete realmente, la de nuestro fin y objetivo personal...Aún busco esa clave, que ya creí encontrar tantas veces y tantas otras comprobé (no desilusionado, sino más bien, entusiasmado) que equivocaba los caminos e interpretaciones, dejando demasiados factores librados al azar...De todas maneras, no creo en la imposibilidad de conseguirla; sólo es cuestión de entregarse a la llama de la meditación introspectiva, de volver al origen, regresar en los propios pasos, incluso en nuestras demostraciones de tiranía, y patear el tablero en otro sentido, pero jamás aceptar el juego que nos dan como cierto y no es más que una distracción...Sólo así lograremos la experiencia de la eternidad, y borraremos el miedo a la única razón del vivir: la muerte, el fin del dolor, pero también de las posibilidades de sentir...