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10 septiembre 2005

Hades...


Fueron tiempos de otra luz, virgen, originaria, cayendo en uniformidad sobre los seres que la agotaban, rumiando su esencia para ganar el propio brillo. Prescripción, prohibitiva prescripción, que amenazaba con el costo de esa vida prestada eternamente...Y fue así como, a fuerza de la oscuridad que sólo gana aquel que ya no soporta deslumbrar, llegó el pecado, rabioso y fatal, tentando a todo movimiento, gastando cada fruto y haciéndolo adictivo.
¿Cómo habríamos de no caer? ¿Cómo evitar la tentación? Los ojos, de repente, se abrieron, y con la sed de éstos cesó la complacencia, amaneció el descontento y se extinguió el poder milenario. Unos viven de ilusiones, nosotros de la emoción; unos viven del amor, nosotros de la pasión.
No somos bestias (no es, nunca, uno tan sano), ni estamos enfermos, ni condenados...Sólo buscamos nuestro destino, el ideal, a pesar de la ceguera inicial, y nos llegó éste real paraíso, la gran tierra prometida...Increíblemente fértil, luz opaca pero abrasadora, lujo eterno del encanto, lucidez, sabiduría...Hades, tierra de vientos y fantasmas

(Con perdón por haberlo cargado minutos después de terminado el día, Feliz cumpleaños gran maestra...Brindo por tu compañia en la eternidad y por el inevitable Kéntema)