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29 julio 2005


"Eternidad, reluciente existencia plena
ofrecida como néctar

a quien no puede entenderla
ni portarla con orgullo,
ni siquiera avergonzarse
por no distinguir el alba
de una simple claridad.
Nada importa del modo
si el negocio es perfecto:
hacer luz y negarla,
esclavizando por vicio
a quienes ansían tenerla.
Sumisión, la delgada línea que salva o condena.
Ante la duda, disiento.
Vomito sobre las plagas,
entrégome a los placeres
y saboreo la derrota
de verme envuelto en llamas.
Sin embargo es sólo calma
que antecede a la tormenta,
no podrás siempre esconderte
bajo esa piel de cordero
soy un ángel al fin y al cabo
y mi encanto es sentencia;
no habrá más ritos ni templos
donde ocultes tu pereza...
déjame recordarte
que también mordiste el fruto.
¿Quién confiará en tu justicia cuando comience la guerra?"
Sólo inspiración...

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Y fue el principio...


"Y tal como una vez Él quiso crear el orden, fallando al dejar escapar mi alma de su trama; así en una hoguera intentaron consumirme mis detractores terrenales. La ilusión de ver destruido a su espejo, al de las maldiciones y vergüenzas en las que están sumidos, los llevó a la ceguera, velo que no les permitió saber que sólo así lograría mi eternidad. Una vez más estoy presente, y más que nunca hoy, en tus sueños, fiel Tzinacán, es tu deber continuar con mi tarea en la Tierra, yo he de protegerte desde mi reino."
He aquí las palabras de Luzbelito, encomendándome la tarea de seguir regando sus palabras entre los mortales. Ha vuelto, y ésta vez, indestructible...