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29 septiembre 2006

Palabras mas o menos, me estás dejando en cueros...

Las palabras son la cruz con la que hemos de cargar, nunca podemos librarnos del peso de aquello que digan nuestros labios, o escriban nuestras manos; incluso hay palabras que nunca hemos dicho y nos anudan la garganta en un ahogo permanente.

Las palabras son la espada y la pared, la luz de la verdad, pero también ese medio por el cual aprendemos a mentir...a crear la ilusión, la leyenda del ser que no fuimos ni seremos, pero que a los demás les encanta.

Las palabras dan la violencia intelectual (thanks, Salmón), y también la necedad de ser inofensivos, de no provocar reacción alguna luego de un discurso lleno de lugares comunes, esos que solo dejan satisfechos a los verdaderos ignorantes.

Las palabras nos atrapan en la red de lo que nunca quisimos decir, y sin embargo salió de nuestro sistema como una bala de un arma sin seguro, y allí comenzamos la ruleta rusa: amor, odio, desolación, alegría que termina en desilusión, vergüenza posterior, llanto, dolor, pasión...Son ellas, benditas palabras malditas, las que manejan nuestro mundo, las que nos dan o nos quitan, nos llevan al éxito o nos hunden en el fondo del anonimato, ese basural que huele peor que el odio general...

Las palabras son la vanidad, Excalibur, quien pueda utilizar las correctas será el señor de este gran feudo (hectáreas mentales); más quien no logre articular las ideales, se convertirá en lo más bajo, aún a pesar de sus ideas (las más grandes están allí donde no podrán salir con facilidad)...


Será por eso que prefiero ser el Diógenes incomprendido, y no un sofista...